En realidad, esto no es ninguna novedad: El ejercicio reduce la glucemia y la presión arterial, aumenta la energía y te permite dormir mejor. Pero ¿cómo empezar cuando no tienes ganas de hacerlo?
Para la mayoría de nosotros (alrededor del 80% de los estadounidenses), el ejercicio no es un hábito regular. Puede ser que no acostumbraras a hacer ejercicio regularmente antes del diagnóstico, por lo que empezar una nueva rutina parece muy difícil.
Si quieres ejercitarte más, pero sigues buscando pretextos, este es el mejor momento para comenzar un hábito de ejercicio. Tu cuerpo depende de ti, y la glucemia te lo agradecerá.
Si llegaste hasta aquí, ya vas por el camino correcto. Revisa estas recomendaciones para comenzar tu plan.
Revisa tus números (¡y reconoce tu esfuerzo!) Es importante mantener las citas con tu equipo de atención médica. Tener un peso más saludable, la presión arterial más baja, la glucemia más estable, mejores resultados de los análisis de colesterol y un mejor tono muscular son objetivos para enorgullecerte
Además, puedes usar los resultados de los controles de glucemia para ver cómo reacciona el cuerpo a las diferentes actividades. Comprender estos patrones puede ayudar a evitar que la glucemia suba o baje demasiado
La American Diabetes Association recomienda que los pacientes estén familiarizados con la manera en que la glucemia responde al ejercicio. Controlar la glucemia con más frecuencia antes y después del ejercicio puede ayudar a ver los beneficios de la actividad.